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A veces quisiera que el tiempo pasara lento,
lento, otras tantas que avanzara presurosamente, cuando es algo que me causa
tristeza o dolor... Cuando los momentos sean alegres, que las manecillas del
reloj fuesen pesadas y así poder disfrutar lo hermoso y bello del instante,
pleno de alegría y felicidad, el instante sanador.
Es por eso que en un día como hoy incursiono en
la memoria de sabores, aromas, texturas, recuerdos que viajan en torbellinos
que van y vienen con la brisa. Es en ese instante cuando deseo que se detenga
el tiempo. Algunos no tan buenos fluyen, desaparecen como a todos nos sucede,
otros llegan y se quedan por minutos en la mente, son como una película
suspendida en el infinito.
Luego un despertar, un rayo de sol que se aleja,
una melodía desconocida despierta, y me regresa a la realidad.
Entonces, miro el calendario me estremezco y
reacciono ante mí misma. Mis pensamientos viajan por la vida encuentran la luz
y descansan en silencio.
Mis brazos, mis labios, sin tus abrazos, sin tus
besos, resecos, agrietados, en un universo sin horizonte.
Ahora, mis manos extraviadas en la evocación, en
el espacio vacío, de caricias preso, de tus caricias preso.
Y no estás conmigo, pero te siento en la brisa,
te veo en el sillón leyendo el diario, no estás y estás en todas partes.
Prefiero regresar a mi letargo; no pensarte me
duele, duele el alma, mis huesos.
El tiempo pasa y va sanando las heridas, nos
despierta de ese aturdimiento en esta espera sin regreso.
Soledad Robles
Derechos Reservados
2 comentarios:
si querida amiga, el tiempo... ese amigo y ese enemigo. al final tan solo los recuerdos perduran en el alma y los buenos momentos hay que vivirlos intensamente y despues no olvidarlos. un abrazo.
Así es Antonioe, tienes toda la razón. Saludos poeta!
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